Don Deyli Chaves tenía apenas 14 años cuando su vida cambió para siempre. Un accidente de tránsito dejó secuelas graves: pulmón, riñón, huesos y bazo comprometidos. Durante seis años, médicos lucharon por salvarle la pierna derecha, pero finalmente, la amputación fue inevitable. Sin embargo, hoy, a sus 46 años, Deyli es un ejemplo vivo de que la pérdida no significa derrota. “Uno todo lo que se propone lo puede hacer”, afirma con firmeza.
Gracias a la tecnología avanzada y al compromiso de un equipo especializado, Deyli no solo volvió a caminar, sino que también retomó su vida normal: trabaja, conduce y realiza todas sus actividades diarias. “Agradezco al personal del laboratorio, quienes me colocaron hace 25 años mi primera prótesis; desde entonces, mi vida cambió”, recuerda con gratitud.
Detrás de historias como la suya está el Laboratorio de Órtesis y Prótesis de la CCSS, un centro que elabora en promedio 112 dispositivos al mes, lo que representa unas 1 400 prótesis al año. Fundado en 1954, este laboratorio nació para atender a pacientes con secuelas de polio y, hoy, continúa transformando vidas, ahora con tecnología de punta.
“Nuestro objetivo es que cada paciente pueda reincorporarse plenamente a su vida familiar, laboral, académica y social”, explica la licenciada Mabellín Guzmán Amador, jefa del laboratorio. El proceso es meticuloso y personalizado: desde la evaluación médica inicial hasta la confección de cada prótesis, que puede incluir materiales como aluminio, titanio y carbono, y que incluso permite a los pacientes seleccionar su diseño.
Don Deyli es testigo de esta evolución: “La primera fue de palo, la segunda con liner y luego con pin lock”. Hoy, gracias a estos avances, no solo camina, sino que inspira a otros.
Este laboratorio atiende a pacientes de todas las edades, desde recién nacidos hasta adultos mayores, y cada caso es tratado como único. La tecnología permite no solo mayor funcionalidad, sino también mejores diseños y comodidad.
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